domingo, 20 de agosto de 2017

Lo siento

Para mí todas las personas muertas en los siguientes atentados merecen el mismo reconocimiento.

Lo siento por cada país en el que ha habido un atentado, por cada hombre, mujer, niño, niña, que ha muerto por culpa de ésta estúpida guerra.

Lo siento por los que huyen del terror que estamos viviendo en nuestro país pero multiplicado por 50, siento que se les cierre las puertas para que puedan criar a sus hijos en un país que no esté en guerra.

Lo siento por las armas que fueron vendidas desde mi propio país y otros tantos de la Unión Europea y que hicieron posible la muerte de tanta gente en tantos países que nombran en los telediarios como si no importasen.

Siento que el mundo sea tan hipócrita, lo siento.
#YABASTA

El terrorismo no es sólo un problema de Occidente.

Christian Sellés es un periodista de guerra que semana a semana informa de los distintos atentados ocurridos en diferentes partes del mundo, así como de otras cuestiones políticas relacionadas. Además de informar día a día de la situación de miles de refugiados.

Desaprender

Con el tiempo aprendí que hay cosas que nunca saldrán bien. Hay cosas por las que darías tu vida que jamás conseguirás. Que las palabras no valen nada, sino los hechos.

Supe hace tiempo que era imposible.
Pero arriesgué.
Porque las cosas jamás vienen solas como un regalo del cielo.
Y porque jamás me perdonaría no haber dado mi vida por algo en lo que creía posible.

Aprendí a disfrutar cada mínimo detalle.
Cada sonrisa, cada mirada.

Aprendí que de todas las personas que hay en el mundo, a veces, solo necesitas a una.
Que a veces querer dedicarle tu tiempo a alguien, no es poder.
Que aunque tú sepas lo que darías por alguien, no lo quiere, no le importa, no le interesa.

Aprendí a luchar la guerra que se produce en mi cabeza cuando pienso en todo esto.
Una parte te dice que luches.
Otra que te apartes.
El problema es que siempre gana la segunda, pero siempre sigue existiendo la primera.

El problema es que hace tiempo que me di cuenta que solo soy contigo o contra mí.

El problema es que hay adioses que te hacen desaprender todo aquello que creías aprendido.

martes, 1 de agosto de 2017

Tiempo

Años.
Meses.
Días.
Horas.
Minutos.
Segundos.
Desde el momento en el que naces empiezan a contar tu vida.
Como si el hecho de tener un cierto número de años fuera a decir algo sobre la persona que eres.
Como si todos fuéramos iguales. Y todos crecieramos a la par. Con todos los ámbitos que hay en los que crecemos y maduramos a lo largo de nuestra vida.
Como si tuvieran que ver algo las horas que llevas respirando y las que llevas viviendo, pero de verdad.
Es imposible vivir al 100% toda tu vida.
Naces y ya debes estudiar y aprender.
Destruyendo la curiosidad innata con la que todas las personas nacemos.
Nos evalúan igual a unos y a otros.
Como si fuéramos todos iguales.
Creces y debes trabajar.
¿Trabajas para vivir o vives para trabajar?
Para cuando te quieres dar cuenta ya estás jubilado, tienes 65 años y falta un suspiro para que desaparezcas.
Nos pasamos la vida esperando a algo que nunca llega. La felicidad. Vivimos esperando a ese momento en el que todo sea perfecto y estemos completamente tranquilos.
Pero la vida no es así, quizás debía ser así, pero en esto la hemos acabado convirtiendo.
En personas corriendo por la calle pensando en que deben poner la comida para ese día. Personas que tenían sueños pero creyeron que no eran lo suficientemente buenos para cumplirlos. Rindiéndose a esta vida. Que nos hunde y nos hace esclavos de tanta mierda innecesaria. Personas creyendo que cuando se casen, tengan hijos, planten un árbol y escriban un libro ya serán completamente felices.
Y la vida se les va mientras tanto.

Siempre he dicho que en el momento en que me muera solo espero poder sentirme completamente orgullosa de mí.
Sentir que no he vivido pensando en esa falsa felicidad prometida.
Sentir que he sido yo. Yo misma al 100%. Que me he reído cuando me apetecía reírme, que he llorado cuando lo necesitaba, y que les he dicho a las personas que quería, que, de verdad, las quiero.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Herm茅tica

Desear铆amos muchas veces no sentir ni padecer, ser inmunes al dolor y a ciertas reacciones de nuestro cuerpo que no podemos controlar. Ser铆a tan sencillo como desactivar nuestros sentidos, pero a la vida le pedimos emociones, y los sentidos, mucho mejor que las palabras, son los que nos recuerdan que estamos vivos.